Según el
diccionario, la palabra “misericordia” es la disposición a compadecerse de los
sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al
necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación. Es más que un
sentimiento de simpatía, es una práctica. En el cristianismo es uno de los
principales atributos divinos.
Ahora, el
significado bíblico de misericordia da a entender: aquella habilidad que Dios
da a ciertas personas relacionadas con él para que puedan sentir compasión,
empatía y amor por las personas, ya sean cristianos o no, sean de ideologías
diferentes, etc… Principalmente, está relacionado con
aquellas personas que sufren, a los que más misericordia se pide para ellos.
El término
misericordia, tiene una mezcla de compasión y gracia de Dios. En donde el amor,
y la capacidad de ponerse en el sufrimiento de la otra persona es lo que
definen este término. Esta palabra aparece muchas veces en la Biblia, pero es
sobre todo en los Salmos donde más se menciona.
Una palabra que refleja fielmente el
amor incondicional que debe de sentir un buen cristiano hacia los demás, sean o
no parecidos a él, en donde sobretodo, se tiene que tener especial compasión
con aquellas personas menos favorecidas en la vida.
Pero la
“Misericordia” NO es lástima, que es su antagonista, pues, deriva de
“lastimar”. Es decir, hacemos responsable al otro de lo que me sucede a mí: “Tu
situación, me lastima a mí.” Cuando sientas lástima, te estás poniendo por
encima del otro. Como diciendo “Ojalá te fuera como a
mí”.
En cambio, la
misericordia, mueve a la persona a la acción, a ayudar al necesitado, al
afligido y al menesteroso. Y la compasión, es eso mismo, compadecerse, sentir
el mismo dolor. Pero la “misericordia” es, además de todo ello, ponerse en el
lugar de la otra persona, perdonar ofensas y deudas, olvidarlas y además, dar
hasta la vida por esa otra persona. En la Biblia también se llama “gracia”. El
amor inmerecido de Dios.
Podemos encontrar la palabra
misericordia en algunos de estos pasajes bíblicos:
Génesis 19.
“He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo
dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal,
y muera”.
Génesis 24.
“y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi
amo su misericordia y su verdad,
guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo”
Génesis 40
“Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses
conmigo de misericordia, y hagas
mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa”
La buena noticia
es que la Biblia destaca la misericordia de Dios como una disposición suya que
beneficia al hombre pecador y claramente estipula que tenemos salvación por su misericordia. Veamos
lo que dice Efesios 2:1-5:
_
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, _ 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente
de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
ahora opera en los hijos de desobediencia, _ 3 entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de
ira, lo mismo que los demás. _ 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, _ 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
Como seres
humanos, no mereceríamos la más mínima compasión por todo lo que hicimos en
nuestra vida antes de conocer al Señor Jesús, pero no por nada se le llama a
Dios “Padre de misericordia” (2 Cor
1:3). ¿Quién más sería capaz de acercarse a un mentiroso, borracho, ladrón,
tramposo, estafador, adúltero, fornicario, violador o asesino (la lista podría
ser más larga, el punto queda establecido con estos ejemplos) y con amor
sincero perdonarlo y limpiar su corazón? Es algo que tiende a quedar fuera de
la fuerza humana.
Cuando hemos sido
víctimas de alguna persona, la tendencia es a maldecir y clamar por una
justicia que sea y castigada. Los sentimientos de venganza tienden a ser más
frecuentes que los de la misericordia. Tendemos a orar por la víctima, no por
el victimario. Sin embargo, a los ojos de Dios, ambos son destinatarios de su
misericordia. Él es el “Dios de toda consolación.”
_
3 _Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, _ 4 _el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros
somos consolados por Dios. (2 Cor 1:3-4)
En su ministerio público Jesús mostró
misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de
atención espiritual: Recorría Jesús todas
las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
(Mat 9:35)
Como seguidores de
Jesús, no sólo podemos, sino debemos mostrar misericordia. Aunque la anterior es una aseveración a la que pocos
se atreverían a refutar, hay que meditar con cuidado todas sus implicaciones y
evitar que se quede en lo abstracto. Igual que el discurso de Jesús acerca de
que no existe mérito en amar a quienes nos aman.
Pero a estas
alturas del tema, nos asaltan en nuestra mente algunos pensamientos: ¿Cómo
mostrar misericordia al yerno borracho que no sólo anda con prostitutas, sino
que además golpea a nuestra hija? ¿Cómo acercarse al vagabundo afectado de su
capacidad mental que tiene claramente meses sin usar un jabón? ¿Cómo hacerlo
cuando muchos han sido abusados por algún familiar cercano? ¿Cómo hallar tiempo
para ir a visitar a la anciana enferma encerrada no sólo en su casa, sino en su
propia amargura? ¿Cómo encontrar valor para dirigirse al joven pandillero que
vende droga a los jóvenes en la calle?
La misericordia es
sólo un bello concepto si no somos capaces de hacer algo práctico y real por
alguien. M. Lunn escribió un poema inspirado en
Mateo 25:31-46. Mientras lo lee con detenimiento, por favor reflexione que
existe mucha gente en necesidad de consolación.
Estuve hambriento
y tú formaste un
club de valores humanos
y discutiste mi hambre.
Gracias.
Estuve preso
y tú te escurriste
calladamente
a tu capilla en el
sótano
a orar por mi
libertad.
Estuve desnudo
y en tu mente
debatiste la
moralidad de mi
apariencia.
Estuve enfermo
y tú te
arrodillaste y agradeciste a Dios
por tu salud.
Estuve sin hogar
y tú me predicaste
del refugio
espiritual del
amor de Dios.
Estuve sólo
y tú me dejaste
sólo
para ir a orar por
mí.
Tú pareces tan santo
tan cerca de Dios.
Pero yo sigo hambriento
y sólo
y con frío.
Entonces, ¿adónde
han ido tus oraciones? ¿Qué han hecho ellas? ¿De qué sirve a un hombre hojear
su libro de oraciones cuando el resto del mundo clama por ayuda?
No olvidemos que la misericordia es una
gracia que todos debemos imitar.
Recordemos que es gracias
a nuestros padres, abuelos y ancestros que hoy podemos, también, mostrar
misericordia con nosotros mismos, por olvidar a nuestros seres queridos que hoy
están en el más allá. Pero es el tiempo de reivindicar su memoria y rendirles
homenaje, y para ello existe Passaway.org. Una plataforma en internet donde
puedes ingresar y celebrar la vida de todos tus seres queridos y hacer un “in
memoriam”, un obituario, donde además, tu familia y amigos lo compartan.
Eso también es misericordia: reconciliación, aún con la memoria que quienes
pasaron y hoy están en la vida después de la vida, pues, vivirán, mientras los
recordemos.
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