Bienaventurados los que lloran
Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.
Mateo 5:4 (LBLA)
Cambiador del Mundo: Durante nuestra vida surgirán muchas situaciones donde atravesaremos por dolor y quebranto, pero por supuesto que será mucho mejor si todo lo que estamos padeciendo es como consecuencia de ser verdaderos cristianos, que aman a Jesús con toda su alma, cuerpo y espíritu. Pero muy triste sería que nosotros estemos atravesando muchos dolores por causa de una vida apartada de la Palabra de Dios que es la Santa Biblia.
El Apóstol Pedro nos habla claramente en una de sus cartas, que cuando caminemos con Jesús, no nos debe de sorprender si nos viene alguna prueba, sino que nos gocemos cuando somos participantes de los padecimientos de Cristo, para que también cuando se revele Su gloria, nos gocemos con gran alegría.
Puede suceder que seamos vituperados por el Nombre de Cristo, pero si eso sucede, somos bienaventurados porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre aquellos que se han entregado a Jesús.
Así que ninguno de nosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno, pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence sino glorifique a Dios por ello (1 Pedro 4:12-16).
Por lo tanto todos aquellos que estamos caminando con Jesús, tengamos bien presente que si padecemos por la voluntad de Dios, pidámosle a El que nos sostenga para que nosotros podamos caminar haciendo el bien a pesar de nuestras circunstancias (1 Pedro 4:19).
*Por supuesto que ninguno de nosotros va a decirle a Dios, envíame pruebas para que demuestre mi cristianismo, pero si podemos pedirle a Dios que El mismo nos sostenga cuando sobre vengan estos acontecimientos. Reconozcamos hoy que solamente por Su poder, amor, gracia, misericordia y gozo, podremos permanecer de pie durante todo el tiempo de nuestra vida aquí en la tierra.
Jesús te ama y hoy es el día de invitarlo a tu vida para que sea tu Rey y Señor si todavía no lo has hecho (Romanos 10:8-13).
Cristo en nosotros nuestra esperanza de gloria y nuestra victoria que cambia el mundo (Colosenses 1:26-27, 1 Corintios 15:10, 57). Aleluya.
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