Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos
Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece.
Salmos 119:89-90 (LBLA)
Cambiador del Mundo: Tenemos que saber que a pesar de la locura en la que está viviendo este mundo, Dios está firme en Su trono al igual que Su Palabra la Biblia (Salmos 11:4). No importa lo que esté sucediendo y que la gente piense que no hay Dios, cuando termine nuestra vida aquí en la tierra, todos nos presentaremos ante el tribunal de Cristo, para dar cuenta de nuestros hechos estando en el cuerpo de todo lo que hicimos sea bueno o sea malo (2 Corintios 5:10). Es indudable que cuando una persona vive sin el Señor Jesucristo en su corazón, ella empieza a buscar salidas a sus problemas o planes para sus propósitos, pero tarde o temprano se dará cuenta que nada puede hacer sin Dios, por cuanto Él es el único camino, la única verdad y la vida, y nadie podrá regresar al Padre si no es a través de Él (Juan 14:6). El Apóstol Pablo nos exhorta en su carta a los Corintios que nos limpiemos de toda inmundicia (pecado) de la carne y del espíritu, y que perfeccionemos la santidad en el temor de Dios (2 Corintios 7:1). Solamente arrepintiéndonos y confesándole nuestros pecados a Jesús podemos ser perdonados y limpios de todo pecado, ya que por Su sangre hemos sido lavados y comprados y por Su resurrección de los muertos, nosotros ahora sabemos que tendremos vida eterna, porque El dio Su vida para que todo aquel que crea en Su Nombre, sea salvo (Romanos 10:8-13). A cada uno le llegará su momento de tomar una decisión y va a ser de mucha bendición que podamos recibir a Cristo como nuestro Salvador, porque no sabemos si va a ser el último día para nosotros en el que Dios nos extienda Su misericordia. Por lo tanto no nos conformemos a este mundo, sino transformémonos mediante la renovación de nuestra mente, para que sepamos cual es la voluntad de Dios, y nuestra vida sea aceptable delante de Él, vamos a cambiar el mundo (Romanos 12:1-2). Aleluya.
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