El mérito de todo lo que somos le pertenece a Dios
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
1 Corintios 15:10 (RV1960)
Cambiador del Mundo: El Apóstol Pablo tuvo desde temprano la revelación de que él era el más pequeño de los apóstoles y que ni siquiera era digno de ese llamado, porque había sido perseguidor de la iglesia de Cristo. Pero por la gracia de Dios él se había convertido en un siervo del Altísimo y la gracia que había recibido no había sido en vano, porque había trabajado en él hasta convertirlo en el siervo de Dios que más libros escribió en el Nuevo Testamento ya que se le reconocen trece cartas. Todos nosotros los cristianos nacidos de nuevo, debemos de pedirle a Dios que la humildad de Cristo (Mateo 11:29), Dios la ponga en nosotros por medio del Espíritu Santo y del poder de Su gracia porque también debemos entender que ningún ser humano en su propia fuerza va a poder lograr agradar a Dios. En su segunda carta a los Corintios, Pablo relata que había conocido el tercer cielo y el paraíso y ahí oyó palabras que no podía explicar, pero Dios puso en su corazón que no se gloriara en nada de lo que había visto, sino más bien en sus debilidades y que no se jactara para que nadie pensara de él más de lo que realmente era, un siervo de Dios. Y Dios se aseguró de que Pablo no se exaltase desmedidamente y puso en él un aguijón, un mensajero de satanás que lo abofetease para que nunca se enalteciera de sobre manera y aunque rogó tres veces, Dios le contesto: *bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad (2 Corintios 12:1-10). Hoy es el día de darle la gloria a Dios y entregarte a Él (Romanos 10:8-13). Cristo en nosotros la esperanza de gloria (Colosenses 1:27).
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