Alabemos y glorifiquemos a Dios
¡Alaben al Señor, invoquen su nombre! ¡Que los pueblos reconozcan sus obras! 2 ¡Canten, sí, cántenle salmos! ¡Proclamen todas sus maravillas! 3 ¡Regocíjense en su santo nombre! ¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor!
Salmos 105:1-3 (RVC)
Cambiador del Mundo: Es muy importante que juntamente con todas nuestras peticiones que hacemos diariamente a Dios, las acompañemos con alabanza, cánticos glorificando a Dios y deleitándonos en su presencia.
Somos sus hijos amados, en los cuales Él tiene complacencia y con toda seguridad, nuestro Padre Eterno quiere alabanza de nuestra boca, quiere acción de gracias y quiere que pasemos tiempo en su presencia aun sin abrir nuestros labios, solamente permaneciendo en silencio, para poder escuchar la plenitud de su voluntad para con nosotros.
Fuimos creados para publicar nuestras alabanzas a Dios y tenemos que revisar si realmente lo estamos haciendo a partir de nuestra conversión a Cristo, ya que antes de esto sería imposible pensar que viviendo en pecado cantáramos alabanzas y glorificáramos a Dios y si lo hubiéramos hecho, esa alabanza probablemente no subió ante el trono de Dios (Isaías 43:21).
El Rey David, es nuestro mejor ejemplo, pues desde niño él tomaba un instrumento musical y mientras cuidaba las ovejas de su padre, él escribía y cantaba canciones para Dios y por ese testimonio, hoy tenemos en la Biblia muchos Salmos y escrituras que son cánticos de David, reconociendo la grandeza de Dios y su amor por Él.
*David no se preparó entrenando en un ejército para ser un gran guerrero y vencer a Goliat, sino lo hizo doblando sus rodillas para Dios y levantando su rostro a los cielos, clamando por valor y fortaleza para enfrentar sus enemigos y pedir perdón por todas sus torpezas. Esto mismo tenemos que hacer nosotros los cristianos nacidos de nuevo para vivir en santidad, pasar tiempo alabando a Dios y glorificando su nombre.
Hoy es tu día de salvación si te entregas a Jesús para que, por su gracia, Él sea tu Rey y Señor, tu esperanza de gloria y tu victoria para cambiar el mundo (Romanos 10:8-13, Colosenses 1:27, 1 Corintios 15:10, 57, Efesios 2:1-10). Aleluya.
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