Las palabras de los justos traen sanidad
Él que habla verdad declara lo que es justo, pero el testigo falso, falsedad. Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana.
Proverbios 12:17-18 (LBLA)
Cambiador del Mundo: Solo podemos hablar verdad cuando conocemos íntimamente a Jesús, porque Él es precisamente el camino, la verdad y la vida, que nos lleva de regreso a tener comunión y vida eterna con Dios Su Padre. Pasar tiempo leyendo y disfrutando cada versículo de la Biblia, nos va a llenar nuestro corazón de la verdad de Dios, y eso provocará que también hablemos bendición y que nuestras palabras traigan esperanza a todos aquellos que la necesiten. Fuera de Cristo el mundo habla falsedad y por supuesto fracaso porque no importa si al principio las personas piensan que están siendo exitosos con el engaño de las riquezas temporales, pero nosotros los cristianos que hemos nacido de nuevo y que de alguna manera tuvimos que ser quebrantados en el mundo, sabemos que al final es soledad y muerte y no solamente espiritual sino tristemente algunas veces es física. Por eso los que conocemos las promesas eternas de Dios, debemos mantener como nuestra prioridad, predicar el Evangelio y ganar muchas almas para el Señor porque estas serán las verdaderas riquezas que podemos entregarle a Jesús en los cielos, las personas que se salvaron y que fueron fruto de nuestro testimonio (Mateo 28:19-20). No seamos egoístas con la gran riqueza espiritual que Dios puso en nuestras manos que es nuestra salvación y la vida eterna con el Señor en los cielos. No permitamos tampoco que nuestra boca hable como golpes de espada sino procuremos ser sabios y traer mucha esperanza para todos aquellos que aún no conocen a nuestro Señor Jesucristo. Cristo en nosotros es nuestra única esperanza de alcanzar y disfrutar la gloria eterna de Dios y de obtener la victoria sobre este mundo temporal, y por causa de la gracia de Dios hoy también podemos llevar palabras de vida hasta el último rincón de la tierra que nos permiten cambiar el mundo (Colosenses 1:26-27, 1 Corintios 15:10, 57). Aleluya.
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